Entre mayo y junio, el problema de la alimentación se hizo insostenible y además se empezó a negar a levantarse de la cama. Supongo que no ha quedado muy claro, que hasta este momento, el mayor inconveniente al que nos enfrentábamos a diario, era con su agitación. Llegados a este punto aclaro que me refiero a que asearle, vestirle, hacerle levantar y por encima de todo intentar que comiera, eran auténticas batallas campales, en las que el se ponía muy violento, pero siempre para defenderse de lo que él pensaba eran agresiones por nuestra parte. El olor del jabon era apestoso, la temperatura del agua, ya fuera fría o caliente, era insoportable, intentar lavarle la zona genital era humillarle...asi era todo para él.La comida, era basura; si a cualquiera intentaran meternos un puñado de mierda en la boca, que haríamos?... Cogía los platos o directamente la comida y los tiraba por los aires, literalmente. O como una vez, intentado darle un flan, no me dió tiempo a reaccionar, lo cogíó con la mano y me lo estampó en la pierna. Tanto mi madre, como mi hermano, como yo, teníamos los brazos llenos de arañazos, moratones y mordiscos. Puede sonar bestia, pero hoy por hoy me veo las marcas y son como heridas de guerra de las que puedo hasta sentirme orgullosa en algún momento.
Sabíamos que no hay que reñirles, ni llorar delante de estos enfermos...les hace muchísimo daño. Pero qué difícil mantener la calma y la sangre fría en muchas ocasiones; la desesperación y la impotencia llegan a desbordarnos, y creo que es muy humano perder el temple a veces. "Conseguí" llorar delante de él sólo una vez: le pedía y suplicaba que por favor bebiese medio vaso de leche y él me miraba con un gesto de absoluto desconcierto. Otra vez, estando mi madre y yo intentando que cenara algo, ya digo, en plena batalla, nos miró y nos dijo "soy malo, por esto" y se pellizcó el brazo.
Llegó un punto en que nos conformábamos con que tomara un vaso de batido energético de la farmacia a lo largo de todo el día, que intentábamos alejar de su nariz con una paja; pero el engaño duró poco, y nada más sentir el líquido en la boca, directamente lo escupía todo. Sólo bebía agua.
Por si esto fuera poco, la medicación que tomaba entonces le producía muchísimo estreñimiento. El 4 de junio perdió el conocimiento en casa una tarde dos veces, la primera estando mi madre sola con él al ir al baño; tuvo que arrastrarle como pudo hasta la cama; y otra estando las dos con él. Le llevamos al hospital para que le pusieran un enema, y allí volvió a desmayarse otra vez en brazos de mi hermano. Fué horrible, yo pensaba que se moría...afortunadamente aquella noche (igual que digo una cosa, digo la otra) todo el equipo médico fué tremendamente cariñoso con él, sobre todo las enfermeras y por qué no decirlo, tambien con nosotros. Y desde aquella noche, los pañales se hicieron imprescindibles. Habíamos "alcanzado" el Barthel 0, dependencia completa en apenas 20 días.
Llegó un punto en que nos conformábamos con que tomara un vaso de batido energético de la farmacia a lo largo de todo el día, que intentábamos alejar de su nariz con una paja; pero el engaño duró poco, y nada más sentir el líquido en la boca, directamente lo escupía todo. Sólo bebía agua.
Por si esto fuera poco, la medicación que tomaba entonces le producía muchísimo estreñimiento. El 4 de junio perdió el conocimiento en casa una tarde dos veces, la primera estando mi madre sola con él al ir al baño; tuvo que arrastrarle como pudo hasta la cama; y otra estando las dos con él. Le llevamos al hospital para que le pusieran un enema, y allí volvió a desmayarse otra vez en brazos de mi hermano. Fué horrible, yo pensaba que se moría...afortunadamente aquella noche (igual que digo una cosa, digo la otra) todo el equipo médico fué tremendamente cariñoso con él, sobre todo las enfermeras y por qué no decirlo, tambien con nosotros. Y desde aquella noche, los pañales se hicieron imprescindibles. Habíamos "alcanzado" el Barthel 0, dependencia completa en apenas 20 días.