martes, 13 de julio de 2010

2.-Tomando conciencia...

Cuando a mi padre le diagnosticaron el Alzheimer, allá por el año 2006, pensé "pobrecito, se le van a ir olvidando las cosas..." Supongo que es lo que todos pensamos cuando lo ignoramos todo sobre esta enfermedad. Ojalá sólo hubiera sido eso...
Si hay algo que me ha llamado poderosamente la atención durante todo este tiempo, es cómo siempre la enfermedad ha ido por delante de nosotros, siempre a remolque del Alzheimer...por más que leyera artículos, testimonios, buscar información...nunca nada sirvió para tomarle la delantera, nunca.
Y bueno...creo que lo que primero nos salió de ojo por aquel entonces, fué el tema de las horas: preguntaba qué hora era cada poco rato y después nos dimos cuenta de qué no tenía muy buena noción del tiempo: si tenía que esperar por alguien 10 minutos, decía que llevaba esperando 2 horas. Pero por lo demás, durante dos años, su autonomía fué total, entraba y salía de casa como siempre. El momento más difícil entonces llegó cuando nos vimos obligados a "quitarle" el coche; por la medicación y por sus reflejos, dejarle que siguiera conduciendo era ponerle en serio peligro a él y a los demás. Pero tambien suponía privarle de una de sus mayores alegrías: ir a su pueblo. Mi padre jamás montaba en coche con nadie...era muy miedoso conduciendo, nada de conducir de noche, ni por autopistas, ni adelantamientos...de hecho al único lugar al que iba desde hacía bastantes años era alli, a su pueblo del alma. Y para nosotros fué una decisión dura, porque sabíamos lo que aquello podía suponer para él. Para nuestro asombro, el "mosqueo" sólo le duró unos días, y el tema coche pasó a la historia de la noche a la mañana.
Ahora sé, que las cosas no se pasaban así porque sí; que pasaba de una cosa para tomarla con otra, y que aquello significaba bajar un peldaño de las escaleras del Alzheimer; es decir, si mi padre dejó a un lado el tema del coche, es porque empezó con otro nuevo.
Esta vez le dió por las fotografías; llevaba unas cuantas en su cartera, y un día detrás de otro enseñaba las mismas fotos como si fuera la primera vez. Nosotros, los más cercanos, nos hacíamos de nuevas. Ya nos había quedado claro, que decirle que ya nos las había enseñado, no servía para nada; era algo obvio: si lo hacía es porque no recordaba habérnoslas enseñado antes. Sus amigos, por los que siempre, siempre, se desvivió, empezaron a rehuirle y a cambiarse de acera al verle. Lamentablemente, él se daba cuenta aunque no sabía por qué lo hacían y aunque hasta cierto punto yo entiendo aquello de que el Alzheimer es sólo para la familia...que dolor ver su cara triste y desconcertada...hasta que tambien esto se le olvidó. Además le dió por encargar copias y copias de fotos antiguas para regalarlas a diestro y siniestro. Decidimos que había que empezar a poner a la gente de alrededor al cabo de la calle sobre el problema: en la panadería, sus lugares habituales de chateo, conocidos... Casi todo el mundo ya había notado algo raro en él. La respuesta de la gente fué muy positiva; realmente mi padre era una persona muy querida.
Pasó la manía de las fotos y empezó con que quería un macho de perdiz, otra de sus grandes pasiones. Y no paró hasta conseguirlo. Vivimos un momento duro, porque fué él solo a una tienda de animales a comprar una jaula, cuando ya había otra en casa. Mi madre fué a ver si era posible devolverla, les contó a los dueños de la tienda lo que pasaba; ellos fueron amabilísimos con ella y le contaron que habían tenido que llamar a la policía porque mi padre había perdido los papeles y se había puesto fuera de sí; la policía vió que mi padre no estaba bien y la cosa no fué a mas. Mi madre se quedó hecha polvo...Al saber que mi padre padecía Alzheimer, los dueños de la tienda fueron muy cariñosos con ella; habían tenido algún familiar cercano con la misma enfermedad, lo comprendieron todo y la tranquilizaron.
Algo no iba bien...razonar con él sobre cualquier cosa era batalla perdida. Se alteraba a la menor y con cualquiera. Mi padre siempre ha sido una persona con un carácter fuerte, pero jamás violento. ¿El problema? Parece ser que hay un tanto por ciento pequeño de enfermos de Alzhemirer que no responden a la medicación propia para este mal; pues bien, nos tocó la china. De hecho, he perdido la cuenta de las veces que hubo que cambiarle el tratamiento.Los que iban bien para una cosa, le hacían daño en otras, cuando no eran los efectos secundarios...tremendo y desesperante.

3 comentarios:

  1. Hola Beatriz;
    Quiero decirte que me alegra re-encontrarte porque sabes que te aprecio.
    Me he emocionado leyéndote y sé que esta historia tristemente podía haber sido mucho más larga y llena de otras anécdotas que un dia compartimos y que te has dejado en el tintero.
    Me ha servido para comprobar que sigo siendo sensible y por ello te doy las GRACIAS!
    Ojalá puedas y quieras seguir emocionandome en próximas ocasiones. Besos.

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  2. Esa es la idea tocayita, contar como ha sido el proceso durante este año, las dificultades con las que se encuentran las familias de estos enfermos, la desinformación...pero sobre todo por ellos. Un besazo y gracias a ti

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  3. hola Beatriz!
    muchas gracias por este blog. He buscado y rebuscado por internet informacion sobre esta enfermedad y he encontrado mucha información pero lo q a mi me interesa son los testimonios de los familiares, así me siento más acompañada en mi pena.Mi madre está recién diagnosticada de alzheimer, aunq lleva ya 3 años con despistes y cambios de humor. Ella iba haciendo aunq yo la notaba cada vez más rara. Ahora vive con mi marido y conmigo. Está en un centro de día aunq estoy meditando la idea de meterla en una residencia, el neurologo me lo aconsejó. Yo estoy de baja porque tengo vértigos por la ansiedad q tengo. La quiero mucho, cada día más. Voy a seguir lleyendo otros post de tu blog.
    Un besito

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